martes, 25 de mayo de 2010

El silencio, la pausa y el Tercer Lenguaje


Aquí estamos otra vez juntos después de un silencio que tan sólo fue una pausa.
Y hablemos del silencio, hablemos de la pausa.

En vuestra vida las palabras, los ritmos, las fuerzas son movimientos que permiten percibir la conexión entre los seres del planeta azul, la conexión que hace que entre ustedes deseen tocarse, deseen sentirse, deseen el placer de estar unidos.
El silencio convoca al tercer lenguaje, el silencio convoca al movimiento energético que se escribe en un vocabulario distinto pero que transcurre alrededor y a través, arriba, abajo y en las ondas energéticas.

Son cordones que llegan de un cuerpo a otro cuerpo en forma de vibración y es entonces cuando se produce un proceso de traducción al lenguaje hablado sea en el idioma en que sea.

El silencio convoca a la cooperación, a la emoción de concretar la cercanía, la coexistencia, la unión de cada uno de ustedes con su ustedes mismos, o de dos o varios seres a través de los corredores de energía que tintinean coloridamente en los oídos del corazón.

Sabemos que en algunos de ustedes mas que en otros, o en casi todos el silencio produce desazón, sin embargo la expansión de la conciencia los lleva a encausar el tercer lenguaje en niveles profundos de expresión que les va a permitir bailar al compás de la música del corazón.

El tercer lenguaje es la apertura de cada una de vuestras células a la música de las esferas contenida en cada cuerpo humano.

Esa música de las esferas se hace música de cada ser y en esa música cada ser expresa su vida, su misión, su espíritu, su alma, su personalidad desde el silencio en ese tercer lenguaje que es el tejido energético que imprime un cierto ritmo, un cierto movimiento a los cuerpos de cada uno de ustedes.
Y cuando decimos cuerpos hablamos de todos vuestros cuerpos.

El tercer lenguaje precisa de confianza, la confianza en saber que cada uno de ustedes es el que es, la confianza de poder trasladar el mensaje de ese tercer lenguaje al idioma común de todos los días.

Confianza no es un sentimiento usual o dado, la confianza es una creación de cada vida, la concreción de un recorrido, es la apertura de los portales individuales y generales de la vida.

La confianza es saber que cada uno de ustedes tiene un propósito, una intención, una misión, un anhelo, una pasión, un compromiso.

Cada uno de ustedes es el que es, cada uno de ustedes tejiendo sus pasos, tejiendo sus oídos, tejiendo sus miradas, sus tactos, cada uno de ustedes sintiendo que el paseo por el planeta tierra es valioso, que ese planeta tierra pertenece al multiverso y que cada uno de ustedes pertenece al multiverso.
Confianza y pertenencia no son palabras simples.
La pertenencia implica la comprensión de ser uno entre todos y con todos, de ser uno entre todo y con todo.
La pertenencia es sabiduría, es transformación, es el milagro de la vida continua.
Confianza y pertenencia significan vida.
El tercer lenguaje es el lenguaje del ADN, es el lenguaje del amor, no precisa de idiomas, de gestos, de miradas, precisa simplemente de percepción.
La percepción es apertura, es dejarse impregnar impregnando energéticamente por la música del multiverso, sabiendo que pueden impregnarse, pueden impregnar al otro, y sin embargo ser cada uno de ustedes quienes son.
La llegada energética del otro a cada uno de ustedes es un cordón que transmite el corazón del otro, el espíritu del otro, el alma del otro, sus problemas, la vida del otro.

La transmisión es un corredor que logra que las manos de ustedes se unan, que los corazones de ustedes se unan, que las mentes de ustedes se unan en la simplicidad de ser cada uno de ustedes quien es aún siendo todos.
Confianza, pertenencia, transmisión, unión son transcripciones de ese tercer lenguaje en la textura de la amorosidad.
La mente se arremolina en pensamientos arraigados, continuos, explotados, explotantes.
Cuando la mente se aquieta, el tercer lenguaje se inscribe en surcos que logran descubrir rumbos distintos.
La mente precisa ser limpiada de otros surcos llenos de maleza a través de las manos del espíritu.
Así como el jardinero quita las malezas del jardín, las manos del espíritu limpian la mente de pensamientos deteriorados, pensamientos costumbristas, egoístas, ansiosos, ignorantes del movimiento de la vida, pensamientos que parecen cautos pero no lo son, porque la cautela es permitir lo nuevo. Cautela es igual a novedad en el tiempo movido pero acompasado de cada ser.
La novedad se va inscribiendo en el silencio, con pausas.
Las manos del espíritu quitan las malezas de una mente afiebrada que no para en su incesante calesita de pensamientos aburridos, monótonos, de temores que se hacen rocas, de palabras que son argumentos que parecen sólidos, pero que no lo son porque lo sólido es solidario de lo flexible, de lo móvil, lo sólido es la búsqueda de pensamientos que conectan con la alegría de ser, de sentir, de buscar, de inventar, de crear.
Las manos del espíritu van quitando esas malezas para que el tercer lenguaje inscriba en los surcos de esa mente lo novedoso del movimiento de la vida.

Hoy y siempre la vida inscribe, hoy y siempre la vida se inscribe, hoy y siempre la vida es amor.

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